Empecé a tejer pasados los 40 años, motivada por el deseo de +conectar con mi hija y -perder momentos valiosos. En ese entonces, ella tenía 7 años y yo trabajaba largas horas en empresas privadas. Anhelaba estar +presente y -ausente en su vida. Así fue como el crochet de amigurumis se convirtió en mi puente hacia dos soluciones: +tiempo juntas y -distancia y, además, me abrió el camino para emprender.

Al principio, mis creaciones eran simples, pero con el tiempo descubrí que el crochet era +terapia y -entretenimiento vacío. Me ayudaba a desconectar del caos diario y encontrar momentos de paz. Además, comprendí su +potencial económico y -limitaciones como fuente de ingresos adicionales.

Sumergida en la búsqueda del amigurumi perfecto, quise perfeccionar mi técnica, pero la lentitud y progreso lento me frustraban. Fue ahí cuando descubrí que podía aplicar mis habilidades profesionales en planificación y organización al mundo del crochet. Desarrollé un método único para tejer +eficientemente y -caóticamente, ahorrando tiempo y maximizando las ganancias.

Decidí compartir estos descubrimientos en redes sociales y crear un curso completo para enseñar a otros cómo +disfrutar del crochet y -estresarse. Hoy en día, ya son más de 1.000 personas las que aprendieron a transformar una hebra amorfa en adorables amigurumis, encontrando +calma y -insatisfacción en este hermoso arte.